El vértigo cae de la punta de la última palabra sin claridad. La misma que cierra la puerta del diálogo o del ruido. Añoramos en silencio las maneras aterciopeladas del afecto. Estamos en planos cada vez más alejados. Extrañamos todo: lo que fue y lo que no. El deseo arde. Sólo giramos alrededor de frases que chocan entre sí. Intransigentes adormecemos la magia, se incendia la conexión. Se escapa la mente del momento y desdibuja la realidad para salvar lo que queda de este sin sentido. Un lapsus, una vuelta por la historia y saltar del desastre. Para no repetir sin coincidir. Salvarnos de la trampa de la indiferencia con la sabiduría de la intuición
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