En la misma dualidad, en la que tu piel se muda de ropa. Mis caricias impregnadas en esa vieja mirada. Mi amor aún intacto, en el sinsabor de tus noches angeladas… Suelo verte de día. En el alma del rocío. El canto de algún jilguero Que lleno de estrofas el cielo Mis labios secos, tu nombre anuncian Cómo oasis en el más solitario desierto, toma mis manos que no queman, Las cicatrices de tus besos. En el infinito de tu desamor, las calas grises siguen creciendo y aunque mataras mi existencia con tu malicia. Tu voz, la guía en mi agonía… ¡Y Soy sólo yo este hombre! que aún maldita, te nombra…
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